Convertirse en ganador – Ganar imprime carácter, pero también lo requiere. Según Serrat se hace camino al andar, y así los equipos ganadores marcan el suyo ganando y volviendo a ganar.
Convertirse en ganador
El carácter, en palabras de John Wooden, es lo que dice quién eres en realidad, y no es algo sencillo de modificar. Mantengo la teoría de que los ganadores siempre encuentran una motivación para dar su mejor versión, mientras que los perdedores siempre encuentran una excusa para no hacerlo. Y también pienso que sólo se puede pertenecer a uno de estos dos grupos.

Perder es también un hábito. Un hábito pernicioso y dramático, donde el individuo se complace en la derrota como parte de su vida, y aunque intente justificarla, en el fondo la asume.
Los entrenadores establecemos estrategias que nos hagan mejorar; completamos la plantilla buscando las capacidades que no tenemos, pero no basta. Se ajustan roles, se entrena más duro, se dedica más tiempo. Pero no es suficiente, porque cada uno de esos miembros, ya habituados a la ausencia de éxito, se sienten más cómodos atribuyendo al nuevo entrenador, al extranjero de calidad o a cualquier otra circunstancia los recientes triunfos conseguidos.
Carácter ganador
Yo creo que esto ocurre porque el carácter ganador nace dentro de cada uno. Y requiere un esfuerzo mental constante que muchos no se sienten capaces de afrontar. El entrenador, como líder del grupo, debe alentar ese esfuerzo; los jugadores que ya poseen ese carácter, pueden liderar internamente y aportar, algunas veces hablando, las más de las veces mostrando.
Un equipo alterna mejores con peores actuaciones. Se producen desconexiones por momentos, y se pasa de equipo conformista a mostrar una tremenda ambición que – ¿casualidad? – coincide con brillantes momentos de juego. ¿Qué está pasando? Se vive un proceso de metamorfosis del carácter como equipo. Se empieza a comprender la diferencia entre ganar y ser ganador, y que esa diferencia se origina en la actitud individual de cada elemento. Es necesario mirar en el interior, buscar allí la respuesta a qué grupo – ganador o perdedor – se quiere pertenecer y actuar en consecuencia.

Tomar conciencia de que todo está en nuestras manos conlleva cierta dosis de vértigo, inicialmente al menos, pero abre la puerta a retomar las riendas de nuestros destinos como jugadores, y quizá también como personas. Ese nuevo carácter será el que posibilite el cambio.
Nosotros, entrenadores, colaboramos ofreciéndo, como escribe Phil Jackson, la percepción de su destino como equipo.
